Acabo de terminar de leer (¡por fin!) "The Dirt", la autobiografía de una de las bandas más excesivas de todos los tiempos: Mötley Crüe. El libro se publicó en 2001, hace 15 años. Y me he esperado para ver cómo se retiraban del negocio y así, revivir su carrera y su legado.
Crecí con Mötley Crüe. Su música estaba presente en mis primeros (y tardíos) años musicales. Con 10 u 11 añitos, ya me hice con una grabación del "Shout at the devil". Eran finales de los '80 y, gracias a la existencia de los radio-cassetes de doble pletina, podíamos grabar (legalmente, aunque con menos calidad) las cintas de nuestros grupos favoritos. "Shout at the devil" me acompañaba en casa a todas horas y, si iba a algún sitio donde hubiera un radio-cassette, iba conmigo.
Este disco realmente me flipaba (aún me gusta muchísimo), con esa portada que aludía al satanismo y esas pintas. Menudas pintas que se gastaban estos tipos. Nikki Sixx recuerda que se influenciaron por el rollo Mad Max (se acababa de estrenar la 2ª parte cuando estaban grabando el álbum). En esta época pre-Internet, te pasabas las horas escuchando el disco sin cesar, y mirando la portada (tristemente fotocopiada) y, con suerte, si las incluía, leyendo las letras.
Antes de "Shout at the devil" (1983), debutaron con "Too fast for love" en 1981 (yo lo escuché bastantes años más tarde), un excelente debut que publicaron de manera independiente y fue un gran éxito. Y después, sacaron el desigual "Theater of pain" (1985) -con algún temazo, como Save our souls, que sonaba en la película Demons de Lamberto Bava; y el más potente "Girls, girls, girls" en 1987, toda una declaración de principios. Sus creadores, recuerdan muy poco acerca de aquellos años, nublados por los excesos.
Cuando se publicó en 1989 el "Dr. Feelgood", ahorré y me lo compré en cinta de cassette. Nunca tuve un tocadiscos (grave error, pues me pasé al CD, aunque eso es otra historia). El caso es que me acerqué al Pryca y me agencié la cinta, con esa portada tan espectacular que me sigue fascinando. Menudo disco: IMPRESIONANTE. La verdad es que me gustan mucho, pero el álbum suena de un modo increíble (de hecho, Metallica escogieron a su productor, Bob Rock, para que les produjera su famoso e imprescindible "Black album" por el sonido de este disco). Y qué canciones. Todas y cada una de ellas posibles singles de éxito. El álbum arrasó en las listas de éxitos, alcanzó el número 1 y vendió varios millones de copias. Y, de paso, destruyó a la banda en una gira que nunca acababa, que se eternizaba para tratar de satisfacer la demanda de los fans. En el libro se explica de maravilla, aunque es curioso que, ellos, unos supervivientes a un estilo de vida tan decadente y salvaje como el que llevaban ellos hasta este disco (se limpiaron de todo para hacerlo), no pudieran afrontar el estrellato masivo que les sobrevino después.
Tras la publicación de un recopilatorio, "Decade of decadence", y otra gira, hubo problemas entre ellos y echaron a Vince Neil, el vocalista. Nada volvería a ser igual desde entonces. La banda fichó a John Corabi, cantante y guitarrista de The Scream (fantástica banda angelina de hard rock con un grandísimo disco de debut -y único oficial-, "Let it scream"). Y con el grabaron el polémico disco denominado como la banda: Mötley Crüe. La banda, simplemente sonaba diferente. Trataba de adaptarse a otros sonidos más alternativos. Hay que recordar que la oleada Grunge se llevó por delante a casi todas las bandas de la escena de Los Angeles, que se agrupaban (erróneamente) en el llamado hair metal. No es un mal disco, pero no suena a Mötley Crüe. Y es que el sonido de Mötley Crüe es la mezcla de sus cuatro miembros tocando a la vez: Vince Neil a las voces; Nikki Sixx al bajo (y compositor principal); la guitarra increíble de Mick Mars (es uno de los guitarristas más infravalorados de la historia del Rock); y la potencia de la batería de Tommy Lee.
Tras el fiasco comercial y crítico del disco, la banda no sabía qué hacer. Querían seguir con Corabi y apostar por un sonido más moderno. Sin embargo, la presión de la discográfica (Elektra había hecho una inversión millonaria por ellos) les forzó a volver con Vince Neil. Pero, nada volvió a ser igual.
Se suceden unas giras, unos grandes éxitos, un nuevo disco (flojo) y aumentan las tensiones entre ellos. Hacía mucho tiempo que dejaron de ser esa pandilla que iba a conquistar el Olimpo del Rock. Cada uno iba por su lado. Además, tenían mucho de que preocuparse en sus polémicas vidas privadas, que eran pasto de la prensa.
Con Neil en el grupo pero sin Tommy Lee (el batería) en él, la banda grabó "New tattoo" en 2001. Con este disco volvían a los orígenes. Eran los Mötley de sonido sucio, directo, macarra y con esas letras siempre polémicas.
Tras varios años, firman un nuevo, y jugoso, contrato discográfico, y publican "Saints of Los Angeles" en 2008. Este disco sirve de banda sonora a The Dirt, la autobiografía de la banda, que no escasea en paseos por los bajos fondos por los que transitó la banda durante casi toda su existencia, aunque dándole unos episodios a modo de justificación del comportamiento de sus miembros. Se lleva hablando de la adaptación al cine de The Dirt desde que se publicó (fue un gran éxito). Pero, a día de hoy, aún no sabemos nada. Personalmente, prefiero que no hagan nada. Quien quiera saber, que lea el libro y escuche los discos.
Disco y libro son imprescindibles. Testimonios de las grandezas y miserias de unos artistas con muchas aristas, pero incansables creadores de una estética decisiva para todo el panorama rockero angelino de los '80, cuya influencia llega hasta nuestros días, donde, estando en lo alto del panorama musical, han preferido apartarse de los escenarios en un tour de despedida para el recuerdo.
A pesar de las polémicas recientes entre quienes fueron miembros de la banda, prefiero dejarlo aquí y que nos centremos en la obra. Como decía Plutarco en sus "Vidas paralelas": "disfrutemos con la obra y despreciemos al artista (como persona se entiende)".
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