Fabulous!

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sábado, 30 de julio de 2016

RIP: VCR & VHS


La semana pasada se conocía la noticia de la desaparición del VHS (Video Home System), pues se dejan de fabricar los VCR (Video Cassette Recorder). No creo que a nadie le haya pillado por sorpresa esta noticia, pero, sin embargo, ha tenido un terrible efecto en mi.

Cinta de VHS o videocassette. Al devolverla al videoclub se debía llevar rebobinada o te podían multar.
Me explico, como chaval crecido en los años '80 (sí, otra vez los '80) el VHS o el vídeo fue la manera en la que descubrimos muchísimas cosas. Significó una era dorada en la que podíamos acceder a las películas con las que soñar y que nos dejaban recuerdos imborrables en nuestras mentes, aún en formación.
VCR, un reproductor grabador como la mayoría.
Este sistema de cintas de vídeo (muy similares a las cassettes de audio) nació a finales de los '70, produciéndose una encarnizada lucha por el mercado. En un principio, estaba el sistema Beta, de cintas de un tamaño más pequeño que el VHS, pero de mayor calidad de visionado. El sistema Betamax lo comercializaba Sony, el VHS, JVC. Unos años más tarde, surgió otro sistema el conocido como Vídeo 2000, lanzado por Phillips y Grundig. Aunque, la primacía en el mercado del sistema VHS fue notoria, a pesar de sus desventajas (peor calidad de imagen y de sonido, mayor tamaño de las cintas).

Mi primer contacto con el vídeo se dio a mediados de los años '80 en casa de un primo que tenía un vídeo Betamax. Recuerdo ir al videoclub (llamado Hollywood -fueron innumerables los videoclubes con este nombre) y alquilar Tiburón o Rambo. Simplemente, era genial.

Las carátulas se trabajaban mucho. Tenían que llamar tu atención.

En mi casa el vídeo llegó unos años más tarde. Recuerdo ir con mi padre a comprar el aparato, de marca Panasonic. Tras instalarlo en casa, me dediqué a grabar y regrabar las 2 únicas cintas de vídeo que teníamos con cualquier cosa: por ejemplo, la versión Disney de Alicia en el país de las maravillas fue una de las primeras películas que grabé (y revisioné en multitud de ocasiones); o la peli de Las aventuras de Ford Fairlane (hoy en mi colección de DVDs); o programas especiales navideños, etc.

Iba poco al videoclub, ya que costaba un dinero que no tenía. Mi padre era muy ahorrador. Pero una vecina solía pasarnos las películas que alquilaba. Así pudimos ver las películas de Herbie (el escarabajo -el coche- que funcionaba solo) o de Bruce Lee, o muchas más cosas.

Años más tarde, cuando me iniciaba en el mundo del CINE con conocimiento (o eso pensaba) pude alquilar películas que me gustaran, de grandes autores y, sobre todo, de cine fantástico, mi preferido.
Cuando el precio de las cintas de vídeo bajó, compraba muchas y grababa todas las películas que fueran interesantes (por su director, por sus actores, para completar algo...). Y, poco a poco, me fui haciendo con una videoteca de más de 1000 títulos.


En 1995 surgió el sistema DVD (Digital Video Disc) con discos similares a los del Compact Disc o CD. En teoría, la calidad de imagen y de sonido eran perfectas (digitales). Ante las ventajas de este sistema, el VHS comenzó una lenta decadencia. En los videoclubes fueron conviviendo, pero muchas de las cintas VHS iban desapareciendo, poniéndose a la venta. Mi cuadrilla y yo, íbamos moviéndonos por los videoclubes buscando tesoros a precios de risa.


Es así como encontré gemas de un valor incalculable, al menos para mí: la trilogía de Shaft y películas Blaxploitation varias, Cromosoma 3 de Cronenberg y bodrios de serie Z o peor. Ya por entonces, buscábamos la película mala perfecta (tan mala que es buena): Spookies (nuestra favorita), Mutantz, una peli de un edificio asesino (era alemana creo y con música de Tangerine Dream), El ataque de los tomates asesinos...


El caso es que me hice con una colección enorme que hoy tengo dispersa en cajas de zapatos. Tengo un VCR, aunque no instalado. La última vez que vi una peli en VHS, reconozco que la calidad de imagen es bastante inferior a lo que nos hemos acostumbrado. Pero, se publicaban numerosos títulos, muy variados, de calidad o de explotación. Hoy día, muchas pelis de mi colección siguen sin tener publicación oficial en DVD (y mucho menos en Blu Ray).

Cierto es que era un sistema que ocupaba mucho espacio. Que se veía regular (daba igual si era la cinta original -como la de Pulp Fiction o la trilogía de Star Wars) y se oía también regular. Si no grababas en SP (Standard Play -la duración oficial de la cinta, ya fuera de 120, 180 o 240 minutos) y usabas los modos EP o LP (Extended Play o Long Play) para aprovechar la cinta al máximo, esta calidad se hacía aún inferior. Mis cintas se atiborraban de pelis (hasta 5 de corta duración llegué a meter). ¡Cuántos clásicos habré visto así!


El formó parté de mi educación como persona y como aficionado. Es por ello, que le dedicó este pequeño homenaje a algo que fue vital en la vida de muchísimas personas.

Descanse en paz.



viernes, 22 de julio de 2016

Nostalgia 80s: V

Seguimos con los artículos dedicados a la nostalgia centrados en los años '80. Está claro que la nostalgia vende. Solo hay que echar un vistazo a la cartelera de cine o a la programación de las distintas cadenas de TV. Todo vuelve, con mayor o menor acierto, pero todo vuelve.

Desde este pequeño rincón, solamente me quiero centrar en cosas que me gustan o me marcaron. Y hoy vamos a hablar de "V (Los visitantes)", tal y como se llamó en España. V es una serie de TV que se emitió entre 1983 y 1985 y que, para todos aquellos que la vimos (la mayoría de los treintañeros de ahora) nos impactó enormemente.

Hay que recordar que, entonces, en España solo teníamos 2 canales de TV: la 1 y la 2. Y V, la serie, se publicitó a bombo y platillo. Recuerdo que estaba de visita a mi abuela cuando llegué y puse la tele y vimos a Donovan infiltrado en una nave de los invasores y descubre su verdadera apariencia reptiloide y sus apetitos carnívoros, en especial, por reptiles y roedores.

















Esa imagen de los visitantes comiendo animalicos con su apariencia real de reptiles fue todo un shock para un chaval de unos 6 ó 7 años que tendría por entonces. Los chavales nos volvimos locos con V y se inició todo un fenómeno en torno a la serie. La revista Teleindiscreta (todo un referente para las emisiones televisivas españolas durante muchísimos años) publicó una serie de historias en formato pseudo-cómic en torno a V y, también, una serie de pegatinas con imágenes de la serie.

Además, la compañía Fiesta, la del Kojak, se hizo con los derechos para sacar unos ratones de gominola a 10 pesetas (2 duros de la época, que era bastante caro, todo sea dicho). Con éstos, podíamos emular a los personajes de V.

Y qué podríamos decir del personaje de Diana, la mala malísima de la serie, encarnada por Jane Badler. Toda una belleza que enamoró a más de uno (y de dos, entre los que me incluyo). Esas imágenes suyas enfundadas en el uniforme que vestían los visitantes (de claros rasgos fascistas - un elemento fundamental en el planteamiento de la serie) son muy evocadoras.

En cuanto al argumento, muy sencillo.No estamos hablando de Battlestar Galactica (una de las mejores series de TV de toda la historia, de la que ya comentamos algo aquí). Una serie de naves extraterrestres visitan la Tierra en son de paz. La realidad escondía una invasión en toda regla. A partir de aquí, una lucha entre los invasores y un grupo de resistencia armado. Como decía antes, en el discurso narrativo de la serie, se planteaban algunas referencias en torno al fascismo y su apariencia que, en la época, se nos antojaban un poco complejas para unos chavalines, pero hay están.


Referencias al nazismo (los uniformes, el logo de los visitantes, las armas...); al régimen de apartheid de Sudáfrica (por la segregación de la población ocucpada); e incluso a los experimentos con humanos que evocan la figura del tristemente célebre doctor Joseph Mengele se encuentran en la serie.

La serie tuvo una duración relativamente corta a pesar del enorme éxito que cosechó, dejando la trama con posibilidad de continuación. Sin embargo, V volvería en forma de remake en el año 2009 por solo 2 temporadas en la cadena NBC (antes de la serie, se publicó una novela ambientada 20 años tras el final de la serie de TV original).

Hoy día, más de 30 años después del final de la serie original, aquí estoy hablando de V. Está claro que esos recuerdos que dejó aún permanecen en mi memoria y, seguramente, me acompañarán por más tiempo. ¿Volvería a ver la serie? Lo cierto es que no. Prefiero mantener mis recuerdos tal y como están ahora, aún maravillados por la magia que envolvió hace 30 años y por la cautivadora belleza de Diana en su uniforme.

miércoles, 13 de julio de 2016

Body Count y la polémica de Cop Killer


La verdad es que llevo mucho tiempo queriendo hablar de este tema. Aunque no sabía muy bien cómo enfocarlo, pero, teniendo en cuenta las últimas noticias que llegan desde EEUU, he decidido mezclar arte y sociedad. Sí, música y el contexto en el que surge, que no siempre, es el más ideal.

Toda forma de arte es social. Hecha por personas para personas de la época en la que viven. Nunca se puede obviar eso. Hoy toca un aspecto muy polémico para muchos, incluso en nuestros días. Toca hablar de censura. Censura en el país de las libertades. Pero vamos a ir pasito a pasito.

Es marzo de 1991. La brutal agresión a Rodney King (grabada con una videocámara), estando esposado, por varios policías del departamento de policía de Los Ángeles, desata una agria polémica por la excesiva violencia aplicada contra un ciudadano de color. No era la primera vez. Tampoco será la última. Solo hay que echar un vistazo a las noticias estadounidenses, donde la brutalidad policial ha vuelto a la primera plana. Por lo tanto, el tema racial, tan polémico, sigue de plena actualidad.


Un año más tarde, en marzo de 1992, Body Count, una banda de Rock formada por el rapero Ice-T y varios compinches de color, publicaban su álbum de debut. El disco, una soberbia mezcla de Hard Rock, Hardcore y mucha mala leche, fue publicado por Sire Records (sello discográfico propiedad de Madonna) y amparado bajo el cobijo de Warner Records (una de las grandes compañías de entonces). La música se intercala con unos breves discursos de Ice-T que denunciaban varias aspectos relativos a la población de color (alta criminalidad, bajo nivel escolar, promiscuidad sexual...). El disco también denunciaba la situación de desamparo de los ghettos en los que vivía la población negra y la brutalidad policial, especialmente en el tema final del álbum, llamado "Cop killer".


Pero, a finales de abril de 1992, se publicó la sentencia del juicio de Rodney King. Un jurado blanco absolvió a los policías acusados de la brutal paliza (a pesar de haber sido grabada). Y, durante varios días, se suceden una serie de disturbios terribles en Los Ángeles que se saldaron con 54 muertos y varios miles de heridos. El presidente George Bush acusó a la canción de Body Count de provocar estos disturbios. Y entonces llegó la polémica de la censura. Se retiró del mercado el disco y se sustituyó por otra edición en la que "Cop Killer" era sustituida por "Freedom of speech" (libertad de expresión), que hacía referencia explícita a la primera enmienda de la Constitución estadounidense. El tema, grabado por Ice-T y Jello Biaffra era un alegato en favor de la libertad.

Dejando a un lado las polémicas, es un disco excelente, facturado por unos músicos repletos de angustia y de rabia. Recuerdo las fotos de la banda en un viejo Popu, donde gente como Duff McKagan (bajista de GNR) o Henry Rollins se subían al escenario a tocar con Body Count. Nada sobra en el disco, cuya portada, con la imagen de un pandillero, era muy llamativa, al menos para mí. Mis temas favoritos: There goes the neighborhood, Mama's gotta die tonight, Cop killer (aunque en mi copia ya no estaba)... Cualquiera. Y es que la frescura, ni la vigencia han hecho mella, a pesar de los 25 años (casi) que han pasado desde que se publicó.

Como hemos mencionado antes, en el disco se mencionaban varios aspectos relativos a la marginalidad de la población de color estadounidense, algo que no era nuevo. El tema de la violencia provocada por la marginalidad había sido un sujeto determinante de los primeros discos de Rap que emergieron en la década de los '80, especialmente en ciertas bandas como N.W.A. acrónimo de Niggers With Attitude (la traducción sería "negratas con actitud"). Su disco de debut, de 1987, "Straight outta Compton", sería un ejemplo evidente de esta música con un claro componente social. Compton es uno de los barrios más difíciles de Los Ángeles. Vince Neil, cantante de Mötley Crüe, comentaba en The Dirt que se crió allí, siendo, con su hermana, el único chico blanco de su barrio y de su escuela, con unas anécdotas interesantes e inquietantes al mismo tiempo.

N.W.A. fue una banda muy popular, a la par que polémica. Una vez disuelta, en 1991, sus miembros desempeñaron varias carreras en solitario de éxito (caso de Ice Cube o de Dr. Dre). Y, en septiembre de ese año de 1991, un director de cine de color, John Singleton, debuta tras las cámaras rodando un film de tintes autobiográficos llamado "Boyz 'n the hood" (en España se bautizó como "Los chicos del barrio"), protagonizado por Ice Cube, Laurence Fishbourne, Cuba Gooding Jr. o Nia Long entre otros. El guión de la película, escrito por el propio Singleton, ponía de relieve la dificultad de criarse en un ambiente envuelto en la violencia y en la marginalidad, sin referentes para la juventud. La película fue un gran éxito, no solo entre el público de color. El presidente Clinton de ella que denunciaba sin exaltar la violencia. El reconocimiento, aunque no logró ninguno de los premios Óscar a los que estuvo nominada -dirección y guión-, le ha llegado con su inclusión en la lista de films que la Biblioteca nacional del congreso estadounidense por sus aportación a la cultura de ese país.

De nuevo, los tintes autobiográficos que hemos ido viendo, tanto en la música de Body Count o de N.W.A. o en otras bandas de Rock o Rap, se hacía presente en la película, un claro clásico a reivindicar. De hecho, se filmó en el mismo barrio de South Central de Los Ángeles, un barrio bastante conflictivo, donde se crió Singleton, para aportar autenticidad.

Echando la vista atrás, parece que todas estas denuncias a través del arte han servido para nada. Solo hay que observar las estadísticas de incidentes violentos entre la policía estadounidense y los jóvenes de color. Las cifras siguen aumentando.

viernes, 8 de julio de 2016

The Dirt y Mötley Crüe: los trapos sucios



Acabo de terminar de leer (¡por fin!) "The Dirt", la autobiografía de una de las bandas más excesivas de todos los tiempos: Mötley Crüe. El libro se publicó en 2001, hace 15 años. Y me he esperado para ver cómo se retiraban del negocio y así, revivir su carrera y su legado.



Crecí con Mötley Crüe. Su música estaba presente en mis primeros (y tardíos) años musicales. Con 10 u 11 añitos, ya me hice con una grabación del "Shout at the devil". Eran finales de los '80 y, gracias a la existencia de los radio-cassetes de doble pletina, podíamos grabar (legalmente, aunque con menos calidad) las cintas de nuestros grupos favoritos. "Shout at the devil" me acompañaba en casa a todas horas y, si iba a algún sitio donde hubiera un radio-cassette, iba conmigo.


Este disco realmente me flipaba (aún me gusta muchísimo), con esa portada que aludía al satanismo y esas pintas. Menudas pintas que se gastaban estos tipos. Nikki Sixx recuerda que se influenciaron por el rollo Mad Max (se acababa de estrenar la 2ª parte cuando estaban grabando el álbum). En esta época pre-Internet, te pasabas las horas escuchando el disco sin cesar, y mirando la portada (tristemente fotocopiada) y, con suerte, si las incluía, leyendo las letras.


Antes de "Shout at the devil" (1983), debutaron con "Too fast for love" en 1981 (yo lo escuché bastantes años más tarde), un excelente debut que publicaron de manera independiente y fue un gran éxito. Y después, sacaron el desigual "Theater of pain" (1985) -con algún temazo, como Save our souls, que sonaba en la película Demons de Lamberto Bava; y el más potente "Girls, girls, girls" en 1987, toda una declaración de principios. Sus creadores, recuerdan muy poco acerca de aquellos años, nublados por los excesos.


Cuando se publicó en 1989 el "Dr. Feelgood", ahorré y me lo compré en cinta de cassette. Nunca tuve un tocadiscos (grave error, pues me pasé al CD, aunque eso es otra historia). El caso es que me acerqué al Pryca y me agencié la cinta, con esa portada tan espectacular que me sigue fascinando. Menudo disco: IMPRESIONANTE. La verdad es que me gustan mucho, pero el álbum suena de un modo increíble (de hecho, Metallica escogieron a su productor, Bob Rock, para que les produjera su famoso e imprescindible "Black album" por el sonido de este disco). Y qué canciones. Todas y cada una de ellas posibles singles de éxito. El álbum arrasó en las listas de éxitos, alcanzó el número 1 y vendió varios millones de copias. Y, de paso, destruyó a la banda en una gira que nunca acababa, que se eternizaba para tratar de satisfacer la demanda de los fans. En el libro se explica de maravilla, aunque es curioso que, ellos, unos supervivientes a un estilo de vida tan decadente y salvaje como el que llevaban ellos hasta este disco (se limpiaron de todo para hacerlo), no pudieran afrontar el estrellato masivo que les sobrevino después.


Tras la publicación de un recopilatorio, "Decade of decadence", y otra gira, hubo problemas entre ellos y echaron a Vince Neil, el vocalista. Nada volvería a ser igual desde entonces. La banda fichó a John Corabi, cantante y guitarrista de The Scream (fantástica banda angelina de hard rock con un grandísimo disco de debut -y único oficial-, "Let it scream"). Y con el grabaron el polémico disco denominado como la banda: Mötley Crüe. La banda, simplemente sonaba diferente. Trataba de adaptarse a otros sonidos más alternativos. Hay que recordar que la oleada Grunge se llevó por delante a casi todas las bandas de la escena de Los Angeles, que se agrupaban (erróneamente) en el llamado hair metal. No es un mal disco, pero no suena a Mötley Crüe. Y es que el sonido de Mötley Crüe es la mezcla de sus cuatro miembros tocando a la vez: Vince Neil a las voces; Nikki Sixx al bajo (y compositor principal); la guitarra increíble de Mick Mars (es uno de los guitarristas más infravalorados de la historia del Rock); y la potencia de la batería de Tommy Lee.


Tras el fiasco comercial y crítico del disco, la banda no sabía qué hacer. Querían seguir con Corabi y apostar por un sonido más moderno. Sin embargo, la presión de la discográfica (Elektra había hecho una inversión millonaria por ellos) les forzó a volver con Vince Neil. Pero, nada volvió a ser igual.


Se suceden unas giras, unos grandes éxitos, un nuevo disco (flojo) y aumentan las tensiones entre ellos. Hacía mucho tiempo que dejaron de ser esa pandilla que iba a conquistar el Olimpo del Rock. Cada uno iba por su lado. Además, tenían mucho de que preocuparse en sus polémicas vidas privadas, que eran pasto de la prensa.


Con Neil en el grupo pero sin Tommy Lee (el batería) en él, la banda grabó "New tattoo" en 2001. Con este disco volvían a los orígenes. Eran los Mötley de sonido sucio, directo, macarra y con esas letras siempre polémicas.

Tras varios años, firman un nuevo, y jugoso, contrato discográfico, y publican "Saints of Los Angeles" en 2008. Este disco sirve de banda sonora a The Dirt, la autobiografía de la banda, que no escasea en paseos por los bajos fondos por los que transitó la banda durante casi toda su existencia, aunque dándole unos episodios a modo de justificación del comportamiento de sus miembros. Se lleva hablando de la adaptación al cine de The Dirt desde que se publicó (fue un gran éxito). Pero, a día de hoy, aún no sabemos nada. Personalmente, prefiero que no hagan nada. Quien quiera saber, que lea el libro y escuche los discos.


Disco y libro son imprescindibles. Testimonios de las grandezas y miserias de unos artistas con muchas aristas, pero incansables creadores de una estética decisiva para todo el panorama rockero angelino de los '80, cuya influencia llega hasta nuestros días, donde, estando en lo alto del panorama musical, han preferido apartarse de los escenarios en un tour de despedida para el recuerdo.


A pesar de las polémicas recientes entre quienes fueron miembros de la banda, prefiero dejarlo aquí y que nos centremos en la obra. Como decía Plutarco en sus "Vidas paralelas": "disfrutemos con la obra y despreciemos al artista (como persona se entiende)".

lunes, 4 de julio de 2016

Tributo a Bon Scott, Mr. Rock'N Roll himself


En estos días en los que AC/DC han vuelto a ser noticia por la sustitución (por enfermedad) de Brian Johnson por Axl Rose, me gustaría recordar al gran Bon Scott, el cantante que grabó los primeros discos de la banda (aunque no fue el primero que pasó por sus filas, honor que recae en Dale Evans).


Bon Scott era un personaje con un carisma descomunal y unas capacidades de showman ciertamente destacables. Brian, desde luego, dejó también su sello en la banda y pudo sustituir, más que dignamente, a este titán del Rock 'N Roll.


Muchas veces, se le ha tachado de simple y de acudir a los tópicos del Rock, aunque, nada más lejos de la realidad, encontramos en varias de sus letras una profundidad innegable, caso de "Down payment blues" o de "Ride on" (uno de mis temas favoritos), de la que pongo aquí la letra:

It's another lonely evening And another lonely town
But I ain't too young to worry
And I ain't too old to cry
When a woman gets me down
Got another empty bottle
And another empty bed
Ain't too young to admit it
And I'm not too old to lie
I'm just another empty head

That's why I'm lonely
I'm so lonely
But I know what I'm gonna do
I'm gonna ride on
Ride on
Ride on, standing on the edge of the road
Ride on, thumb in the air
Ride on, one of these days I'm gonna
Ride on, change my evil ways
Till then I'll just keep dragging on
Broke another promise
And I broke another heart
But I ain't too young to realize
That I ain't too old to try
Try to get back to the start
And it's another red light nightmare
Another red light street
And I ain't too old to hurry
Cause I ain't too old to die
But I sure am hard to beat
But I'm lonely
Lord I'm lonely
What am I gonna do
Ride on
Ride on, got myself a one-way ticket
Ride on
Ride on, going the wrong way
Ride on, gonna change my evil ways
Ride on, one of these days
One of these days
Ride on
Ride on
I'm gonna ride on
Ride on, looking for a truck
Ride on
Ride on, keep on riding
Riding on and on and on

No es el momento ni el lugar de recordar el triste final de Bon Scott, sino de celebrar lo que dio de sí su vida musical, con esos maravillosos discos al frente de AC/DC o las innumerables actuaciones por todo el mundo. Sin duda, uno de los más grandes de todos los tiempos. Cuando me siento un poco triste, solamente tengo que poner cualquiera de sus canciones o actuaciones y me vengo arriba.

Bon Scott, keep on riding!