En mi caso personal, mi primer acercamiento a un cine fue con mi primo José que me llevó a un cine de barrio, de estos que proyectaban películas que no eran de estreno, sino que reponían películas más antiguas o hacían dobles sesiones de películas de bajo presupuesto. En este caso, el doble cartel que tenía este cine de Alcantarilla (hoy tristemente cerrado desde hace bastantes años) era una doble sesión de terror, de terror animal para ser más concretos. Alligator (La bestia bajo el asfalto, Lewis Teague, 1980) y Razorback (Los colmillos del infierno, Russel Mulcahy, 1984).
Tengo vagos recuerdos de este bautizo cinematográfico, aunque algunas imágenes del cocodrilo y del jabalí (de tamaños gigantescos) poblaron mis sueños durante algún tiempo. No es de extrañar, por tanto, mi gusto por el cine de Terror que se ha transformado en pasión.
Otras imágenes que se transformaron en pesadillas durante mi infancia fueron las siguientes:
- El niño vampiro de "Regreso a Salem's Lot" que vi por televisión. Aquellos ojos me acompañaban por los lugares oscuros de mi casa.
- El monstruo de "Aquella casa al lado del cementerio" de Lucio Fulci. En este caso, en casa de mi primo José (otra vez) de Alcantarilla. Ese Dr. Freudstein (qué nombre) de ecos lovecraftianos me acompañó durante años en mis pesadillas. De hecho, tardé bastantes años en poder volver la peli.
- La escena en la que Blacula (el Drácula negro) sale de la morgue y ataca a su primera víctima por sorpresa me dejó helado. De nuevo fue la televisión la culpable, en un pase por la mañana temprano.
- La serie de anime de Drácula de la productora Toei que pasaron en el programa infantil matinal de navidades Mazapán, presentado por Teresa Rabal y Torrebruno. Y aquí, el miedo vino por sorpresa porque eran dibujos animados pero este Drácula era muy sanguinario y cruel.
- Por supuesto, no podía dejar de hablar del Drácula definitivo, me refiero al personaje inmortalizado por, el recientemente fallecido, Christopher Lee. Esos ojos inyectados en sangre siempre me dieron cosica.
Bueno, me despido y os deseo dulces sueños.
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