Fabulous!

Fabulous!

domingo, 26 de febrero de 2017

A propósito de Kurt Cobain

Esta semana Kurt Cobain hubiera cumplido 50 años.

El K.C. del disco póstumo en directo Live: unplugged in New York. El fin estaba cerca, pero nadie sabía que se encontraba a la vuelta de la esquina. Su testimonio artístico es más que notable. Imprescindible.

Su muerte, en abril de 1994, nos privó de su talento y dejó abiertas muchas incógnitas. El legado musical de Nirvana fue, entonces, y ahora (con todo el revival nostálgico que se vive de los años '80 y de los '90) se convirtió en objeto de saqueo y de explotación por unas compañías discográficas que veían cómo se acababa con la gallina de los huevos de oro.

No me interesa comentar su trayectoria. Ya lo hice brevemente cuando hablé del 25 aniversario de Nevermind, pero sí quería hacer mención a lo que significó para mí su música.
Uno de los libros de cabecera para entender el último movimiento musical influyente de verdad de la mano (mejor dicho de la boca) de sus propios protagonistas. Greg Prato hace un trabajo estupendo.

Mirando hacia el pasado, en aquellos años '90 del grunge, la figura de K.C. se erigió, de forma involuntaria por su parte, en el portavoz de la juventud de entonces. La rabia que sentía y que hacía estallar en forma de música, nos tocaba de un modo diferente al de otros artistas de la época. Le veías encima de un escenario (en la revista musical de turno -llámese Kerrang, Rip, Metal Hammer, Rock power, Heavy rock o Popular 1, esta última era mi biblia musical) y sabías que era igual que tú. Auténtico, real, jodido con la vida, con esos años de adolescencia en los que pones todo en duda. Era uno más, un amigo en la distancia que te hacía más llevadera tu triste (entonces) existencia.

Los chicos del Popular 1 haciendo un trabajo excepcional, como siempre

Me marcó. Pero, al igual que comenté anteriormente, tras ser explotado de forma brutal su imagen, su música, su leyenda, me hastié y olvidé a Nirvana voluntariamente. Ahora ya puedo volver a escucharles. No me importa que se sigan vendiendo camisetas suyas y que las lleven chavales que no tienen ni idea de quién es esa banda, ni de que sigan sacando recopilatorios o discos perdidos. Sinceramente, me da igual. Solamente quiero seguir disfrutando con su música. Ahora puedo.

Gira de In Utero. Disco excepcional por su anticomercial música y las letras cargadas de un extraño simbolismo premonitorio. Me los perdí en Madrid y aún me arrepiento por ello.

Lo que sí que me molesta y entonces no percibía es el lado humano de ese ídolo caído, involuntario que fue K. C. Viendo el documental Montage of Heck, donde se analiza la trayectoria vital del líder de Nirvana, te das cuenta de su fragilidad y de su inseguridad. Nunca entendí cómo, a pesar de lo que acabo de decir, estuviera tan enganchado a la heroína. Eran los '90, ya se conocía (de sobra) el daño que hace el caballo. Esa parte del documental, esos recuerdos que yo había olvidado, me provoca una tristeza y melancolía infinitas. No puedo evitar sentir piedad y compasión por el ser humano que aliviaba mi tristeza en esos años.

Desgañitándose en cada concierto o toma de estudio. Siempre daba el máximo

Es inevitable sentir algo al respecto. Pero no entiendo o no quiero entender cómo acabó así, cuando le tenía todo a su alcance para desarrollarse como ser humano y dedicarse por completo a su arte. Hoy, en la BBC leía un artículo al respecto, se puede especular con qué tipo de música estaría haciendo K.C., de si seguirían existiendo Nirvana (cosa que dudo), o de si se hubiera dedicado a la pintura o al cine (que le interesaban muchísimo). Pero de lo que no hay duda, es de todo ese talento desperdiciado por una droga, terrible y letal.

Antes que él, muchos otros cayeron en las garras de ese demonio en forma de azúcar de color marrón (Johnny Thunders o Stiv Bators, sin ir más lejos, los ejemplos más claros de dead men walking fuera del corredor de la muerte) e, incluso después (no puedo dejar de mencionar a Scott Weiland, muerto hace unos meses por la misma causa).  Y sigue siendo igual de triste y vacío e inútil, darte cuenta de que tus ídolos tienen pies de barro, que son de carne y hueso, al igual que tú. Su talento, arrollador, les hizo destacar de los demás, pero no pudieron vencer sus demonios. A pesar de ello, hicieron felices a millones de personas.

Hoy celebramos su legado (y lo seguiremos haciendo), paso lo que pase y le pese a quien le pese.

Godzilla (Gojira) mandando un saludo.

Para acabar solo quería mencionar un pequeño detalle en los títulos de crédito del documental sobre K.C. que he mencionado antes, Montage of heck. Y es que, aparecen breves fragmentos, unos instantes de Godzilla escupiendo fuego por su boca (será una alegoría sobre las letras que escribía K.C. o ¿no?) y, más impactante para mí, Supersonic Man. Sí, has leído bien, Supersonic Man, ese personaje creado por el valenciano Juan Piquer Simón, esa copia (o explotación) de Superman que bailaba música disco. Pues ahí queda eso. Cultura pop y Serie B (o más abajo en el abecedario) para aderezar un documental recomendable sobre uno de los personajes más destacados de la música de los '90 y, por ende, de la Historia.

Supersonic Man. Sin palabras. Pedazo de homenaje psicotrónico al cine de explotación.

viernes, 17 de febrero de 2017

Lecturas: El cuento de la criada de Margaret Atwood

Hace poco que he terminado de leer "El cuento de la criada", novela escrita por Margaret Atwood en 1985.

La autora canadiense (que ya ha sido nominada al premio Nobel de Literatura y que posee el Príncipe de Asturias de las Letras del año 2008) se inspiró en una serie de reacciones violentas ante clínicas abortistas durante los años previos y elaboró una inteligente y perturbadora alegoría social a través de una distopía localizada en un futuro no muy lejano. En muchas ocasiones, la ciencia-ficción se basa en los problemas del presente, como es el caso aquí,  y plantea, de modo hiperbólico, una situación muy cercana a lo que podría llegar a pasar. En este punto, me gustaría rescatar las declaraciones de la autora sobre el retroceso vivido en la sociedad norteamericana de nuestros días con respecto al papel de la mujer en ella.


En ella, por medio del relato del personaje principal, nos encontramos en una sociedad dictatorial controlada por fanáticos religiosos (otro modo de mostrar un estado totalitario). El papel de la mujer ha sido reducido al de madre, un mero recipiente para la semilla de la creación, en un mundo, en el que la tasa de natalidad se ha reducido de un modo drástico.


Mezclando sucesos del presente y del futuro en la narración en primera persona por parte de la protagonista, nos vamos adentrando en los recovecos de esa sociedad de Gilead. Es al final, cuando el relato toma un sentido revelador sobre los hechos que se han ido contando.


En definitiva, en "El cuento de la criada" nos encontraremos con una más que interesante distopía apta para todo el mundo, mujeres y hombres, aunque el papel femenino está, por las razones argumentales expuestas anteriormente, en un primer plano. Absolutamente recomendable.


Una alegoría sobre la desigualdad y la función de la mujer en las sociedades actuales que, en algunos casos, deja de parecerse a una pesadilla futurista para tornarse en un presente demasiado cercano.


La novela, que fue adaptada al cine en 1990, será, ahora, convertida en una serie de televisión, de la que ya hay algunos tráilers. Espero mostrar mis impresiones sobre sus conversiones al medio televisivo y el cinematográfico próximamente. Por lo poco que he visto, parece interesante.




viernes, 10 de febrero de 2017

Se va Richard Hatch

Seguimos con las desapariciones.  También en el día 7 de febrero, se nos va el mítico capitán Apollo de la no menos mítica serie Galáctica. Esa serie de TV que surgió fruto de la explotación de la moda de Star Wars y que duró poco en pantalla (precisamente por eso mismo), pero que quedó grabada en las mentes de miles de jóvenes de todo el mundo.

Tanto fue así, que con el tiempo, Richard Hatch, se empeñó en hacer un remake de la serie de TV. Pensaba que no se había podido contar todo lo que podría dar de sí un material como el de Galáctica. Sin embargo,  tuvo que esperar años y años hasta que se topó con Ronald D. Moore y con David Eick que, tras la evasiva de Bryan Singer (para irse con sus X-Men), se harían con el timón de lo fue Battlestar Galactica.

Y allí, en esa Galáctica reimaginada (que no rehecha) es donde conocí a Richard Hatch. Ya no interpretaba a Apollo, pero se hizo con un papel muy interesante, el de Tom Zarek, prisionero político con ideas radicales que tiene un desarrollo decisivo en el avance de la trama. Un personaje con muchos matices, excelentemente interpretado (pasabas de la simpatía al odio con él en unos instantes). Como la mayoría de los personajes de lo que fue, es y será una de las mejores (le mejor en mi opinión) aventuras fantásticas de todos los tiempos. En este blog se comentó aquí: https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=7325074411567800265#editor/target=post;postID=5676249926852777637;onPublishedMenu=allposts;onClosedMenu=allposts;postNum=48;src=postname

Seguro que ahora estará con su fighter surcando los espacios siderales en busca de cylons.

Descanse Richard Hatch (Apollo / Tom Zarek).

miércoles, 8 de febrero de 2017

In memoriam: Tzvetan Todorov

Ayer, cuando me enteré de la muerte del gran pensador y filósofo que fue Tzvetan Todorov, me quedé sumido en una especie de sopor provocado por su pérdida. Tristeza por una mente brillante que ya no escribirá más reflexiones.

Y es que Todorov me acompañó, sobre todo, en dos momentos puntuales de mi vida. El primero, cuando me dedicaba a la investigación sobre el género fantástico. A este respecto, su obra "Introducción a la literatura fantástica" (1968) me sirvió para clasificar distintas tipologías de personajes dentro del género. Un clásico en toda regla que merece la pena leer y releer.

Más tarde, cuando estaba de lleno metido en ese horror que fue el totalitarismo, me topé con su "Memoria del mal, tentación del bien". Un ensayo sobre el fenómeno totalitario, los campos de concentración, la supervivencia y la memoria de todo ello. La manera de abordar estos aspectos, a través de la vida y obra de varios escritores que sobrevivieron a esa dura experiencia, fue muy reveladora para mi. Y para acercarse (acercarnos) al tema de la memoria personal y de la memoria compartida con los demás.

Indudablemente, su obra abarca muchos más campos y siempre es muy interesante leer lo que tenía que decir Todorov, ya fuera semiótica, la memoria, el arte (en especial, la pintura), la historia... Así, a leer (o releer) sus obras, que fueron galardonadas, entre otros premios internacionales, con el Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2008.

Descanse en paz, señor Todorov, tendremos un lugar en nuestra memoria para las suyas.

lunes, 6 de febrero de 2017

Black Sabbath: the end

Cartel promocional de la gira de despedida
Este pasado sábado en Birmingham, su ciudad natal, Black Sabbath se han despedido de sus fans. Uno nunca sabe si eso ocurrirá definitivamente. Hemos visto muchas giras de despedida que luego no han sido tales (Kiss, Scorpions, el mismo Ozzy...). Pero, en el caso particular de los Sabbath, la cosa parece que es verdad.
Sin duda, una fecha para recordar, la de la despedida de los Sabbath. Estoy por volverme a leer la biografía de Ozzy "I am Ozzy", una obra hilarante y deprimente por momentos. Pero donde cuenta los inicios que rodeaban a la banda y a sus miembros. Imprescindible para todo fan que se precie.

Y es que han sido siempre una banda única, un poco a contracorriente de todo y de todos. Es por eso que se merecen un lugar dentro de la cultura popular. Y no por ser, por mucho que les pese a ellos, ser los padres del Heavy Metal. Su influencia va mucho más allá de todo eso.

Desde aquí, solamente me gustaría dedicar unas humildes palabras para una banda que ha significado (y significa) mucho en mi trayectoria personal, que me ha acompañado en muchos momentos (buenos, malos y regulares) con su increíble música.
Jovencísimos Sabbath. En sus inicios se hacían llamar Earth (afortunadamente, tras unos problemillas con una banda homónima, decidieron utilizar el más molón de Black Sabbath, extraído de una (excelente) película de terror de 1963 protagonizada por Boris Karloff -uno de mis monstruos favoritos- y dirigida por ese genio llamado Mario Bava.

Black Sabbath son Ozzy Osbourne, Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward (este último no está en la banda desde 2012 -parece que por motivos de salud). Aunque, ha habido otros miembros. Sería imperdonable no mencionar al gran Ronnie James Dio (sin duda alguna, la voz del Heavy Metal -con permiso de Rob Halford de Judas Priest y de Bruce Dickinson de Iron Maiden), con quienes grabaron algunos de sus mejores canciones. Glenn Hughes, Ian Gillan, Vinnie Appice, Cozy Powell... también han sido parte de la banda en algún momento (el único miembro fijo de la banda ha sido Iommi).
Portada (magnífica y misteriosa) del primer y homónimo disco de Black Sabbath. Inquietante historia la que hay detrás de ella (me remito a lo que escribí en otra entrada).

Lo que identifica a los Sabbath como algo especial es el ambiente que trasladan a sus canciones. Esa atmósfera industrial de Birmingham, el ambiente denso y turbio de sus desarrollos instrumentales, las máquinas con las que trabajaban en las factorías surgen en esos ritmos pesados. Ellos, surgidos en plena época hippie, crearon un sonido de pesadilla que era el reflejo de su entorno más cercano, un mundo deprimente y gris, en el que no cabía la esperanza, si no era a través de esa vía de escape que era la música.
El hombre de negro (con permiso de Johnny Cash, de Ritchie Blackmore, de Glenn Danzig...)

En sus inicios, la música que les inspiraba era el Blues. Y tocaban Blues. Fue, al comenzar a componer sus propias canciones, cuando crearon ese sonido que les caracterizó siempre. Y que algunos quisieron llamar Heavy Metal (término que ellos odiaban, prefiriendo el de Heavy Rock). El surgimiento, a la par que ellos mismos, de Led Zeppelin y de Deep Purple, hizo triunfar este término de Heavy Metal, usado, en muchas ocasiones, como arma arrojadiza de un sonido que no entendían. Daba igual lo que dijeran los críticos, miles de fans en todo el mundo les darían la razón. Esos riffs, creados por la mano lastimada en un accidente laboral de Tony Iommi (es increíble escucharle cómo, tras perder parte de los dedos índice y medio de su mano derecha, se hizo el mismo una prótesis casera y se lanzó a seguir tocando la guitarra -a pesar de que le dijeron que no podría), ese sonido único sirvió de inspiración a miles de guitarristas de todo el mundo.
El disco más famoso de la banda, el segundo, el que incluye la canción que da título al álbum...

A ese sonido, hay que añadir las letras escritas por Geezer Butler (el bajista de toque exquisito), que jugaban con temas fantásticos, satánicos y, oscuros en definitiva, como la guerra. Letras cantadas por Ozzy, un cantante con un timbre de voz personalísimo (no es el mejor del mundo -ni falta que le hace- pero es único e inimitable). Y el ritmo marcado por la batería de toques jazzy de Bill Ward, suave y contundente a partes iguales.
Sigue la buena racha creativa

Henry Rollins decía "sólo puedes confiar en ti mismo y en los 6 primeros discos de Black Sabbath". Tenía razón, aunque yo haría extensiva esa confianza a otros discos más como los de la primera etapa con Dio a la voz (Heaven and hell y Mob rules -sobre todo, el primero, son fantásticos).
Y siguen en la cresta de la ola, en lo creativo y en lo popular. 

Esta portada, con ese aquelarre, nos muestra el "satanismo" de la banda. Todo un artificio que les reportó polémicas pero pingües beneficios económicos. Uno de sus mejores discos por cierto.
Les vamos a echar de menos. Cada vez van quedando menos de nuestros ídolos en activo. Siempre quedará su legado, pero da gusto soñar con ese concierto que pasa cerca de tu ciudad o de tu país, o planificar un viaje turístico teniendo en cuenta que una de tus bandas favoritas va a coincidir contigo.
Fue el primero que compré. Y me sigue encantando esa portada tan misteriosa.
No quería dejar de poner el primer álbum que grabaron con Ronnie James Dio. Puede que suene a herejía, pero es mi favorito. La portada es preciosa. Simplemente. Ecos de la pintura renacentista italiana en una obra maestra del Rock de todos los tiempos.

Bueno, como canta Ozzy: "Never, never... never say die!"

domingo, 5 de febrero de 2017

Claves para identificar el Cine Negro

¿Qué es el cine negro?

Con el nombre de negro nos referimos a una serie de películas americanas de los años '40. El nombre viene del término francés Film Noir (literalmente cine negro) y se inspira en las series negras de la literatura policíaca, sobre todo, de autores norteamericanos.


De estos autores destacan los nombres de Dashiel Hammet, Raymond Chandler y James M. Cain cuyos libros fueron adaptados al cine (algunos, como Chandler, también trabajaron como guionistas) convirtiéndose en grandes éxitos (tanto en papel como en celuloide).

Por lo tanto, hablamos de unas películas de detectives o policíacas en un sentido amplio. No podríamos incluir aquí al género de gangsters o al carcelario, aunque es indudable que hay hibridaciones del cine negro dentro de estos (y otros) subgéneros cinematográficos (sobre todo en el apartado estilístico).


El contexto del cine negro.

Este género surge del desencanto de la sociedad norteamericana. Una sociedad que se descompone, cuyos valores tradicionales han sido corrompidos. La crisis económica de finales de los años '20 y buena parte de los '20 ha hecho mella en una gente que se ha visto obligada a sobrevivir a toda costa. Es ahí donde radica el origen de este género.

El miedo, la traición, el destino fatalista envuelven a los personajes hasta hacerles imposible vivir. No hay escapatoria de ese mundo de corrupción si no es con los pies por delante. De ahí, esos personajes tan duros, con tantas aristas para que no les toquen y les hagan daño. El amor, la vía de escape, suele ser una herramienta más, que se utiliza como un último recurso de supervivencia.

¿Cómo podemos identificar una película de este género?

En muchos casos por la gran cantidad de escenas ambientadas en la noche. O de escenarios que nos muestran la parte más oscura y fea de ambientes "normales" como apartamentos, restaurantes, etc. El noir es un género esencialmente urbano, en el que la ciudad es un componente básico más de la trama. Una jungla en la que sólo los más fuertes (o los más listos) sobreviven.

También es destacable los ángulos escogidos para encuadrar, en muchos casos, derivados del cine expresionista alemán (no hay que olvidar el exilio forzado que provocó el ascenso del nazismo en Alemania de innumerables actores, directores, fotógrafos, guionistas...). Esto servirá para hacer del cine negro un cine muy estilizado en lo formal, donde se juega con la cámara y las composición.


El hecho de emplear una fotografía en blanco y negro (salvo excepciones) acentúa, en muchos casos, el carácter opresivo subrayado por los encuadres. Es como si los personajes estuvieran encerrados, atrapados en un mundo de pesadilla.

Los arquetipos genéricos: los personajes del cine negro.

Este género tiene unos caracteres muy definidos, con una base literaria grande (en las obras de los autores mencionados arriba y en otros más, que trabajaban para revistas baratas). Siempre vamos a encontrar los siguientes tipos:

  • El detective (o policía) que investiga la trama. Se trata de un tipo duro, que ha visto de todo y no confía en nadie. El sombrero, la gabardina y el carácter chulesco del personaje siempre están presentes.
  • La femme fatale. La mujer que provoca la trama, aparente sencilla pero muy turbia y con giros inesperados. Son mujeres de un aspecto provocador que podrían matar con la mirada o amar con la más dulce de las dulzuras. Todo ello en menos de un minuto. En su vestimenta tampoco falta el sombrero, ni los guantes. Cuellos bajos, altos tacones, pintalabios aderezan una belleza que atonta a los hombres, usados a su antojo.
  • El villano. Suele ser un tipo duro también. Frecuenta los bajos fondos que conoce mejor que su casa. Suele rodearse de una pléyade de esbirros que tienden facilidad para soltar la mano o apretar el gatillo. La diferencia entre el héroe y el villano viene dado por la moralidad de ambos (nula en el malvado de turno).
  • La chica inocente. El reverso de la femme fatale. Su contrapunto. Un conjunto de virtudes que no engaña en ningún momento.  Su apariencia física es más recatada acorde con la inocencia que representa. Suele tratarse de una figura muy naif y demasiado optimista, que aún no ha sufrido ningún desengaño.
  • Los cigarrillos y el alcohol. Forman parte indisoluble de este género cinematográfico y literario. Hay humo por todas partes. El hielo golpea los vasos que se llenan de whisky o ron, que son engullidos casi al mismo tiempo de servirse.
Autores y obras imprescindibles

Este género tiene unas cuantas películas indispensables para cualquier amante del (buen) cine. Yo haré una (pequeña) selección personal en la que faltarán muchísimas más, pero que puede servir de introducción a este gran género, reflejo de una época irrepetible. Vamos allá:


  1. Perdición (Double indemnity) de Billy Wilder: uno de los mejores directores de cine de todos los tiempos con una historia de James M. Cain adaptada al cine por un tal Raymond Chandler (para mi el mejor escritor del género de la época clásica; que además tiene un cameo en el film), junto con el propio Wilder. Reparto soberbio: Barbara Stanwyck, Edward G. Robinson y Fred MacMurray. No me explayo más. Dedicaré unas palabras a tamaña obra maestra.
  2. Retorno al pasado (Out of the past) de Jacques Tourneur: hablamos de ella hace poco. Ahí me remito. Magnífica.
  3. Detour de Edgar G. Ulmer: una serie B que demuestra que con talento se puede hacer muchísimo. Un guión en el que el destino es el hilo director de una trama originalísima. El final es de los que se recuerdan (que se lo digan a Tarantino en Pulp Fiction).
  4. El halcón maltés (The Maltese falcon) de John Huston: una de las primeras películas del género. Dirige John Huston (maestro de este género -Chinatown, La jungla de asfalto- y de otros muchos) y aparece un tal Humphrey Bogart haciendo de Sam Spade (el detective creado por otro de los grandes maestros de lo negro, Dashiel Hammet).
  5. El tercer hombre (The third man) de Carol Reed: siempre el cine negro se arrimó a otros géneros para crear obras híbridas. Aquí, el policíaco y el cine de espías se entremezclan con una fotografía característica del género en una historia ambientada en Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Guión de Graham Greene sobre su novela, soberbia interpretación de Orson Welles e inolvidable música de Anton Karas.
  6. El sueño eterno (The big sleep) de Howard Hawks: un todoterreno director de la época clásica de Hollywood adaptando la primera novela de Raymond Chandler sobre su cínico detective Philip Marlowe. Guión de, entre otros, William Faulkner para una historia complejísima, arquetípica del género. Además, de pareja protagonista, Humphrey Bogart y Lauren Bacall.
  7. Encrucijada de odios (Crossfire) de Edward Dmytryk: otra de mezcla de géneros que,en este caso, coge un guión de Richard Brooks sobre odio antisemita y le aplica el tratamiento noir. El resultado es turbio, denso, oscuro... pero altamente recomendable. Robert Ryan como el villano resulta estremecedor.
  8. La fuerza del destino (Force of evil) de Abraham Polonsky: Polonsky elabora una película que tiene mucho de anticapitalista con una factura soberbia y una interpretación memorable de John Garfield. El director acabó en la lista negra del senador McCarthy y no pudo volver a trabajar hasta muchos años más tarde.
  9. Sed de mal (Touch of evil) de Orson Welles: se trata de mi película favorita de Orson Welles como director. Otro ejemplo de que con una novela mediocre, si estás sobrado de talento (como era el caso) no necesitas nada más. Actores de excepción: el mismo Welles, Charlton Heston, Janet Leigh, Marlene Dietrich... Excepcional música de Henry Mancini, sobre todo en la escena inicial con ese famoso e imitado plano secuencia.
  10. El abrazo de la muerte (Criss Cross) de Robert Siodmak: excepcional Burt Lancaster como protagonista de una trama típica rodada de una manera muy estilosa. La escena del atraco al furgón es de las que han marcado época en el Cine.
Muchos más autores y películas han quedado fuera. Había que elegir. Sí, no está Otto Preminger, ni tampoco hay ninguna película en color o de los llamados neo-Noir. He elegido esas y punto. Podría haber elegido otras pero no ha sido así.

De propina, el cartel de D.O.A., una excelente serie B con un planteamiento ciertamente original y una infografía sobre distintos aspectos de este género, el FILM NOIR.