Fabulous!

Fabulous!

viernes, 26 de febrero de 2016

True crime y A sangre fría

Hoy vamos a hablar de un género que está bastante de actualidad. Me refiero a lo que se ha denominado como true crime, es decir, una obra que gira en torno a un hecho real. Y puede ser en cualquier formato.

Hace unos meses se creó en Estados Unidos una polémica por el programa de Netflix Making a murderer, que analizaba un caso real de un condenado por asesinato. Unos meses antes, la HBO emitía The Jinx: the life and deaths of Robert Durst. Aquí teníamos un caso cerrado que se reabría por la investigación paralela que llevaban a cabo en el documental. Y un poco antes, en este caso, en formato radiofónico, nos encontramos con un auténtico éxito de público. Estoy hablando del podcast Serial dirigido por Sarah Koenig. Se reconstruía un caso de asesinato adolescente en Baltimore (EEUU) ocurrido en 1999. Hoy en día se emite una segunda temporada que analiza otro caso muy distinto de este primer homicidio.



El morbo que despierta entre el público el trabajar con material de la realidad es mayor que el de la tradicional ficción basada en hechos reales, algo que, por otra parte, ha existido desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, el auge que experimenta el género del true crime en estos días no es algo particular de nuestra época. Se remonta a los años '50 del pasado siglo XX. Y una obra capital de la literatura norteamericana fue la culpable. A sangre fría (In cold blood), escrita por Truman Capote entre 1959 y 1966.
El escritor Truman Capote posando ante la cámara sosteniendo unos ejemplares de A sangre fría
El genio del autor nacido en el estado de Nueva Orleans inventó un nuevo género literario con A sangre fría: la novela-documento o novela de no ficción. Se sumergió a fondo en los enrevesados hechos acaecidos en el brutal crimen cometido en 1959 en una pequeña localidad del estado de Kansas. Un crimen sin sentido, absurdo y brutal que gozó de una gran repercusión mediática, ya que creó un estado de ansiedad y miedo en grandes sectores de la población estadounidense. Capote se trasladó para investigar todo lo relacionado con el crimen de primera mano, llegando incluso a entrevistarse con los dos asesinos confesos del crimen. Y entabló con ellos una extraña, pero estrecha, relación, llegando hasta el punto de que asistió como espectador a su ejecución. Algo que le espantaba, pero se comprometió a la palabra dada.
Fotografías policiales de los asesinos de los Clutter
Cuando al fin publicó su libró en 1966 se sintió liberado. Pensó que podría escapar de toda la barbarie que encerraba aquel crimen que sacudió América. No fue así. Nunca volvió a ser la misma persona. Capote se entregó, con más ahínco si cabe, a los excesos de las grandes fiestas con celebridades de su época y todo lo que ello conllevaba. Quizás, así podría aliviar su alma. El caso es que su imagen de artista frívolo no se correspondía con lo que guardaba en su corazón.

Capote con los actores que dieron vida a los asesinos en el film de Brooks rodado en Kansas

El resultado valió la pena. A sangre fría es una de las mejores novelas del siglo XX y, por extensión, de todos los tiempos. Su lectura le sumerge a uno en esa América profunda que sirvió de escenario a este horrendo crimen. Pero también, se mete dentro de la mente de los asesinos, a los que llegó a conocer muy bien, por las numerosas entrevistas que realizó. Las páginas avanzan sin prisa pero sin pausa. Nos preguntamos por qué. ¿Qué han hecho los Clutter para merecer ese final tan atroz? No encontramos una respuesta. La sensación final, cuando uno acaba de leer A sangre fría, es de abatimiento. De desconfianza en el género humano. Pero nos recomponemos y seguimos adelante.

Pero la lectura de este libro, de esta obra, no sólo es recomendable, es necesaria. No sé por qué pero estoy deseando sumergirme en el entramado de este crimen por tercera vez. También es muy recomendable el ver la gran película que escribió y dirigió el excelente cineasta Richard Brooks. Se apropió de ese tono de documento que tiene la novela, pero le dio también un tono de cine policíaco atípico, con la persecución a los criminales. Y además, supone un alegato contra la pena capital. Todo ello mezclado con un excelente montaje y una fotografía en blanco y negro aderezados con una banda sonoro en clave de jazz, cortesía de Quincy Jones. Era la primera vez que Hollywood (no así en Europa; ese honor lo tiene Ascensor para el cadalso de Louis Malle con música del genio de Miles Davis en su mejor época) utilizaba jazz (un género asociado a la población afroamericana por sus intérpretes y a una forma de vida disoluta) en una película de gran presupuesto. No sería la última.







viernes, 5 de febrero de 2016

Freaks

Hoy vamos a hablar de Freaks.

Todo el mundo es un "friki" de algo o se considera "friki", pero ¿qué es ser un friki? Por "friki" se entiende algo que es estrafalario o extravagante o extraño. De ahí, cualquier persona que tenga aficiones minoritarias se considera que es un "friki". Pero, hoy, todo el mundo es "friki" de algo.

Bien, este mal uso (y abuso) de la la palabra "friki" NO es nuestro tema de hoy, aunque me viene a la cabeza el engendro patrio que lleva por nombre FBI - Frikis buscan incordiar. No sé por qué, pero así es.



En cambio, si hay alguna película (esta vez sí, PELÍCULA con mayúsculas) que me inquietó durante años fue Freaks o La parada de los monstruos de Tod Browning, el film realizado en 1932 para el estudio Metro Goldwyn Mayer. Las historias que circulaban sobre ésta me resultaban fascinantes, ya que, aunque se encuadraba, tradicionalmente, dentro de las películas de terror surgidas en los años '30 por la productora Universal y otras que quisieron subirse al carro de este éxito inesperado. Estamos hablando de Drácula (ésta dirigida también por Tod Browning con Bela Lugosi como icono vampírico universal  en un personaje que le marcaría para el resto de su vida), de Frankenstein, de La Momia...



La Metro le encargó a Browning un film de terror para canalizar el éxito que éste había conseguido con su adapatación de Drácula para la productora rival Universal. Sin embargo, Browning concibió un proyecto mucho más personal basado en la novela Spurs de Tod Robbins, que se ambientaba en el ambiente de un circo. Para Browning, que había formado parte de estos espectáculos de side-show, donde se mostraban distintos personajes de feria o freaks, fenómenos de la naturaleza, caracterizados por sus deformidades o alteraciones físicas, que eran reales en su mayoría.



Y esto es lo que encontramos en La parada de los monstruos o Freaks, todo un espectáculo protagonizado por estos seres que no son como el resto de nosotros. Aquí, en esta película, los grandes protagonistas son ellos, es como un homenaje a su humanidad, tal y como yo lo veo. La historia, el romance, por interés, de una bella trapecista con uno de los freaks (en este caso, un enano) desencadenará una reacción en ellos cuando se dan cuenta del engaño.




Cuando la vi por primera vez fue en el canal TCM. Más tarde, conseguí la edición especial en DVD que incluye un documental sobre el rodaje del film. Aquí, se especula sobre el ambiente del rodaje y la impresión que dio una película como esta cuando se estrenó. Al parecer, algunos de los freaks, no se sintieron muy a gusto ya que la mayoría del personal técnico y artístico de la Metro Goldwyn Mayer no era muy del agrado de compartir el espacio con "atracciones de feria" a sus ojos.

Lo que sí está claro es que cuando se estrenó, Freaks fue un sonoro fracaso comercial. La gente no quería ver algo que era real. Aquí no había ningún Monstruo que viniera del exterior, ajenos a su realidad cotidiana. Los freaks eran (son reales) y eso no lo podían soportar los espectadores de esta época, la Gran Depresión, donde si triunfaron las películas de terror eran por ese fenómeno de evasión que provocaban esas historias, la mayoría con un final feliz, donde se restauraba la normalidad. Aquí, se realizó un nuevo montaje y se añadió un happy ending pero, no impidió que la película se retirara de las pantallas tras pocos meses.



Es más, acabó siendo prohibida en Estados Unidos y Reino Unido. Al parecer, fue exhibida, de modo clandestino, en algunos circos norteamericanos. El propio Tod Browning vio cómo su carrera como director terminaba. Acabó rodando La marca del vampiro y Muñecos infernales, ambas muy apreciables ejercicios de un terror más convencional, sobre todo, la última.



Pero tras el ostracismo de la película, llegó su resurrección. Esta ocurrió en 1962, cuando, en el Festival de Venecia, se reestrenó con gran acogida por parte de la crítica. Desde entonces, se convirtió en un film de culto que ha tenido una sombre muy alargada en forma de influencias evidentes (El hombre elefante de David Lynch, Santa Sangre de Alejandro Jodorowski), sutiles (en la obra de Federico Fellini, en Viridiana de Buñuel) o parodias (La disparatada parada de los monstruos o Freakz, creo que estrenada solamente en vídeo; aún conservo en VHS una copia y se dejaba ver: muchos efectos especiales, buena y potente banda sonora, algunas risas...).

En el ámbito televisivo también se nota la influencia de la cinta de Browning en la serie de HBO Carnivale o en un episodio de Expediente X. También me acuerdo de una canción de Sepultura incluida en su genial álbum Chaos A.D.: "Freaks (We who are not as others)".



Me despido recomendando el visionado de Freaks como no podía ser de otro modo. Es una delicia poder recuperar una obra tan especial cuya realización en los días que corren sería imposible. Seguro que cada vez que alguien la ve (abajo el enlace) se convierte en uno de nosotros:

"One of us! One of us!"

Película de Freaks completa



miércoles, 3 de febrero de 2016

Battlestar Galactica

Principales actores de Battlestar Galactica 2003. De izquierda a derecha: Edward James Olmos, Mary McDonnell, Jamie Bamber, Katee Sackhoff, Tricia Helfer, James Callis y Grace Park.
Después de varias semanas de parón por diversos motivos me decido a retomar la actividad del blog.
Y, aunque tengo varias cosas pensadas para publicar (algunas incluso en desarrollo), hoy me decido a hablar de una de mis pasiones. Una pasión que se ha visto reavivada por los recientes artículos (excelentes y muy profundos) publicados en la revista cultural Jotdown y por el extenso especial dedicado por los chicos del podcast La órbita de Endor. Ambos muy recomendables para quien ya ha visto la serie (dejo los enlaces al final).

Se trata de Battlestar Galactica. Es decir la serie de televisión que se emitió desde 2003 y que revolucionó el género de la ciencia-ficción. Lo hizo de un modo tal, que aún hoy se busca una serie heredera, pues muchas series lo han intentado y todas se han quedado en el camino.

El caso es que Battlestar Galactica es un remake de una serie homónima surgida en 1978 a rebufo del éxito de Star Wars, pero supera con mucho a su original. Y esto, no es algo que podamos decir casi nunca. Lo que en la serie original era una ficción destinada a un público juvenil con unas similitudes más que evidentes con La guerra de las galaxias (es decir, un claro exploit en toda regla), en la reimaginación (es el término que utilizaban sus artífices) de 2003 va mucho más allá.

Battlestar Galactica original de 1978
Uno de los Viper o cazas de combate que emplea Galactica para su defensa. Aquí se respetó el diseño original de la serie de 1978, que, a su vez, se inspiraba en los X-Wings de Star Wars
Lo cierto es que la serie de 2003 toma como premisa argumental las líneas generales del producto original para desarrollar algo más maduro y con gran personalidad. Sin duda, una de las mejores series de televisión de todos los tiempos, al lado de The Wire y The Sopranos. Estoy seguro de que, cuando no aparece en las listas de las mejores, es por lo que llamo el "prejuicio del género", esto es, que los productos culturales (ya sean música, literatura, cine o televisión) de género tienen menos valor cultural que los "artefactos de autor".




Partiendo de una premisa propia del género de ciencia-ficción, durante todo el desarrollo de la serie vamos a asistir a una profunda reflexión sobre la humanidad y sus problemas. Una reflexión bastante más profunda de la que podemos encontrar en otros productos de autor o no genéricos en mi modesta opinión. Como anécdota, diré que llegué a la serie por recomendación de un amigo que la veía sin la compañía de su pareja. Yo me disponía a hacer lo propio, aunque, finalmente, mi mujer y yo acabamos viendo la serie juntos, y, los dos, nos hicimos fans de ella para siempre.

Y es que esta Galactica reimaginada tiene muy presente los acontecimientos, aún recientes, de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Guerra, religión, odio, fanatismo, derecho a la vida, aborto, eutanasia, libertad, derechos, el enfrentamiento entre el poder civil y el militar... Tenemos de todo en el mensaje, profundamente humanista, que impregna el tono de la serie. No quiero estropear a alguien que lea estas líneas la trama. Yo mismo, echo de menos la sorpresa inicial que me deparó su primer visionado.Solamente diré que todo parte de un conflicto entre la humanidad y los cylon, una raza de robots creada por el hombre y que se rebela contra él. Este conflicto pone sobre las cuerdas la supervivencia misma de la raza humana y sirve para destacar aspectos tremendamente humanos como los esbozados arriba.

Cylon de 2003, con un diseño mucho más estilizado que los de la serie original

Ahora que he vuelto a revisitar la serie, no me sorprendo de la tremenda calidad que subyace a un producto televisivo tan cuidado como éste. Ya me encandiló en su momento, pero ahora aprecio, aún mejor si cabe, algunos aspectos como los siguientes:


  • El guión, muy sólido, que respalda una trama cerrada en la que se ofrecen distintos puntos de vista y se cuidan mucho los detalles.
  • Los personajes, con unos principales que están muy bien delimitados y presentan diversas aristas y matices, y unos secundarios, que adquieren bastante protagonismo en muchos momentos, lo que enriquece la trama.
  • El trabajo de ambientación, bajo mi punto de vista, muy logrado y que no chirría. Digo esto a sabiendas de la serie se estrenó  en 2003 y los efectos especiales han avanzado muchísimo. Pero, el hecho de no hacer recaer la serie en efectos digitales (en su mayoría hay mucho trabajo de maquetas que se complementa con CGI) hace que la serie haya envejecido muy bien.
  • El desarrollo de tramas a lo largo de varios episodios que podríamos llamar especiales, junto con otros de trama auto-conclusiva contribuyen a dinamizar la línea argumental principal, completando detalles.
  • La utilización de los cliffhangers, que hacen que al acabar cada episodio siempre te quedes con ganas de más. Pocas veces, he tenido la sensación de adicción que provoca el visionado de esta serie, especialmente en la primera temporada, donde no hay momentos para la tregua.
Otra cosa que me gustaría comentar y que pasé por alto la primera vez fue la de los episodios publicados en Internet (webisodes) que anticipaban aspectos de las tramas que se iban a desarrollar en temporadas posteriores. En este sentido, no recuerdo ninguna otra serie televisiva que haya hecho esto anteriormente y, si bien, se puede perfectamente, seguir su desarrollo sin verlos, es algo que dice mucho de cómo se cuidaba a los espectadores. Pues, de este modo, se calmaba la ansiedad producida al acabar una temporada, por ejemplo, la segunda donde te quedabas sin aliento.

Para ir acabando, pues no me quiero extender más de la cuenta indicaré la estructura temporal de la serie:

  1. Miniserie o temporada 0 que consta de 2 episodios. Son fundamentales para el desarrollo de la(s) trama(s) posterior(es).
  2. Temporada 1. Son 13 episodios que no dan tregua al espectador.
  3. Temporada 2. Consta de 20 episodios.
  4. Temporada 3.